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Caos en el mundo del disco

Es bastante evidente que la historia de la humanidad suele ser cíclica y que determinados acontecimientos se repiten cada cierto tiempo. Uno de esos acontecimientos  es la crisis económica, tan de moda por desgracia estos últimos años.
En el año 1973, más o menos por estas fechas, se iniciaba la guerra del Yom Kippur, una más entre Egipto e Israel. Fue sin duda el origen de una de las mayores crisis económicas de la historia y que, a todos los niveles,  hizo que todo el planeta se resintiera de forma brutal ante la falta de materias primas y las continuas y desmesuradas alzas en los precios del petróleo.

Las diferentes manifestaciones artítsticas pagaron más que cualquier otra el precio de ser el arte uno de los "lujos" más prescindibles. En su momento de máxima expansión, el mundo del disco, dependiente por completo de las materias primas derivadas del petróleo (desde el papel para las bolsas hasta la pasta para la fabricación de los discos o la cartulina para las fundas), iba a encontrarse con la imposibilidad de seguir creciendo, limitado por la escasez y el gran aumento del precio de los discos.

Se redujeron muchísimo los lanzamientos de artistas nuevos, por el riesgo que conllevaba; hubo múltiples dificultades para poder llevar a cabo las giras, auténtico trampolín para promocionar los discos que salían al mercado; muchos grupos desaparecieron y otros tantos acabaron arruinándose. En definitiva, una situación caótica que cortó las alas a la época de mayor esplendor de la música rock.

No obstante, si hubiera que elegir a dos triunfadores en la Inglaterra de 1973 , por encima de los éxitos aplastantes de gente como Bowie, Slade, T. Rex o los Zeppelin, habría que escoger a un desconocido y a unos consagrados. El desconocido era Mike Oldfield, cuyo primer álbum sería una de las sensaciones no ya del 73, sino de toda la historia de la música. 



Los consagrados eran los Pink Floyd, que en 1973 aportarían la que para muchos es su obra más brillante, declarada disco del año y que, años después, batiría el record de permanencia en las listas americanas. Por supuesto, estoy hablando de The dark side of the moon, todo un hito histórico.

8 comentarios :

  1. Brillante reflexión en perspectiva de cómo los acontecimientos históricos (en este caso en sus varientes económica-política...) también han afectado a la música, aunque algunos piensen que está totalmente desconectada de lo que ocurre en el mundo.

    ¡Saludos!

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  2. Lastima que por la avaricia de algunos individuos de las multinacionales les saliera el tiro por la culata y se perdiera aquel entrañable formato. Saludos.

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  3. Nunca entenderé porque los artistas mas cutres y horteras (Pitbul, Shakira, Lady Gaga, etc) viven como Marajás, mientras otros que son realmente talentosos, andan por alli dejandose la piel para nada, sin poder vivir de su talento.
    En fin, un mundo raro este. Muy injusto.
    Un abrazo Evander!
    Mar.

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  4. ese vídeo de olfield, majestuoso, con su bajo, es como si fuera de otro mundo. un mesías. entiendo el impacto que ocasionó en un ejercicio de retrospectividad imaginada. interesantes hitos musicales compartes hoy, porque lo de la cara oculta de la luna también es de lo más glorioso de la historia musical, por mucho que el petróleo se empeñara en complicar las cosas!

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  5. coincido contigo...viendo la foto de los vinilos y lo que decias al principio se me ocurre otro tema interesante....la vuelta del vinilo en plena epoca digital...curioso!!

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  6. fue un año complicado pero al final lo que nos queda es algo muy grande, esos trabajos de Mike Oldfield y Pink Floyd son obras maestras, yo añadiría Innervisions de Stevie Wonder como otra obra mestra que nos dejo aquel año tan difícil

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  7. Sea como sea, la música triunfa siempre...sobretodo si está hecha con sentimiento.
    Me encanta como te ha quedado el blog...chulo, chulo!

    :)

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